De farra con el tano

Ayer, al cruzar mi tercera década,
aprecié de golpe, como nunca,
los ladridos de mis cinco perros
con su nombre parejo, inolvidable.
Desde el fondo de la tierra
esos quiltros comedidos
entendieron mi pena.

Murió el amigo.
se apagaron las vendimias, la buzeca.
Las estrellas, chismosas sempiternas,
pintan arpas y amores guaraníes.
Esta noche el vino transparente
comienza a danzar como epitafio.

Hoy cabalgo inefable permanencia.

El Tano murió y es su legado
la frivolidad de polleras remangadas,
las cantinas en juergas pasionales,
soledad de orgasmos parodiados.

Hoy convulsionan los grillos
tras los camastros rojos.
ceñidos a guitarras prohibidas
rebelan su canción perenne
contra la censura clásica
y nuestra autocensura.

Beberé esta noche el vino navegado
con el Tano.

Será aventura conjunta.
Quedarán equidistantes su sueño y el mío
en sutil demarcacion que ignoraremos.

Resultará inusitado cóctel, capricho fugaz,
carta rezagada, melodía tácita de amistad
y silencio.

Confiaré al Tano el cuidado de mis perros
como él me confiara
sus amantes.