"Agonía"

Este escudo de plata podría decir mi nombre
podría ser mi cuerpo
el que descansa yerto entre la madera y el mármol húmedos,
casi apenas lo comprendo.
Ahora que repito palabras que no son las mías,
ofrendas que no me reconocen,
candelas que no me nombran,
entiendo
que sin estar
hace ya mucho tiempo que me he abandonado.
Hoy a la mañana
mientras acompañaba a la llovizna
curiosamente me reconocí de repente
en los ojos de una anciana que desaparecía
en la sombra de una calleja,
luego
volví sobre el humo que inundaba al pueblo
sintiéndome ausente
sin saberlo.
No encuentro mis manos en los bolsillos
apenas si puedo sentir un leve latir entre mis huesos de polvo
los cabellos y mis ropas
son rastros casi imperceptibles en el tiempo.
Nadie responde mis palabras
ni atiende las dolencias que me mantienen esclavo,
a veces casi no escucho mi propia voz reclamándome clemencia.
En la noche silente y angustiosa
la luz de la luna atraviesa mi estómago y mi cuello
como una espada de fuego,
mis gritos de dolor
despiertan
aullidos desaforados en el fondo de las casas,
entonces con terror y espanto
huyo agonizante a las negras e intermitentes sombras de los álamos.
Allí
aletargado en la modorra del lucero
pierdo toda conciencia de haber nacido
o pasado por los rostros que me acosan
hasta
que la mañana fría me despierta frente al escudo de plata,
la impía placa que aún
no dice mi nombre.