EN EL ARDID ABSORTO

Por esa acumulación de rupturas entre los fragmentos
que escriben en la cara de las pirámides, con los dedos
de los encuentros imposibles, y el despertar interior
de las culebras del agua, con las miradas distantes.
Perdido, por el carácter que debe distinguirse de las
opiniones del pronóstico más benigno, que cobra el
sueldo, obsesionado con su implícita disposición al
respecto. Los astrónomos, sin embargo, creen que
las galaxias se formaron en los puntos más densos, de
la estructura de una telaraña invisible, y que la materia
obscura, con su gravedad, los mantiene en su sitio.

En otras, en cambio, todo sigue igual que al principio,
un final cotidiano, un siempre eliminando lo falso de
lo artificial, por toda la apariencia verdadera, por esa
esencia de contenido vacía, por la dependencia aguda,
y extrema de respirar aire gratuitamente, y a su vez
mantener fortificados los negocios funerarios, para que
puedan sobrevivir al éxito inquietante de la renovada
consciencia humana universal que suprime los fracasos.
Y la complicada sintaxis del inconsciente, del cepillo
celoso, del cortauñas que defiende el alimento teléfonico,
con el prólogo anónimo de cualquier sonrisa...