EL PUCARÁ

Había un alazán, bautizado Pucará
y era ese alazán caballo de mi otro hijo.
Con maestro tan cercano fue un avezado jinete.
Hermoso el flete a su rienda y dócil para el apero;
animal muy campero cuando avivaba su paso.
Con el pelaje rojizo y su fina estampa criolla,
Suntuoso para el paisano que lo monta
y que tan bien lo ha adiestrado.
Es un deleite mirar, como miro desde el rancho,
esa simbiosis que forman criollito montando al flete.
Bien logrado el animal por m´hijo así ambicionado,
devorador de las leguas y tranqueador por demás.

Y como antes contara, del tobiano colorado,
fue maestro sin quererlo, de la hombría de mis genes.
Y yo… y yo los sigo mirando con el alma complacida.

De mi libro “De poemas que morían” 2017  ISBN 978-987-4004-38-3